Introducción

Gary North

Narrated By: Fernando Sanchez
Book: La Liberación Del Planeta Tierra
Topics: ,
Library:

00:00
37:45

Subscribe to the Audiobook

iTunes Google Spotify RSS Feed

Chapter Text

Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará a libres (Jn. 8:31-32).

Originalmente, yo escribí este libro como una herramienta evangélica para ser usada principalmente por los cristianos de habla española en sus luchas contra el ateísmo, comunismo, y la religión socialista popular conocida como la teología de la liberación. Sin embargo, este libro es más que un tratado anticomunista. Hemos de ser más que anticomunistas. Debemos poder ofrecer una opción comprensiva y funcional. Nada menos que esto será exitoso. El marxismo es la religión secular más consistente y poderosa de todos los tiempos; sólo se le puede desafiar exitosamente por una religión aun más consistente y poderosa.

Me di cuenta que este libro también podría servir a la gente de habla inglesa como una introducción al cristianismo —no a la versión  tradicional de “una hora y tres oraciones por semana”, sino al cristianismo de la Biblia. Este cristianismo presenta un desafío comprensivo al mundo moderno, y también ofrece soluciones comprensivas a los problemas complejos de nuestro tiempo.

El cristianismo no ha sobrevivido por casi dos mil años por ser culturalmente irrelevante. Capturó y luego transformó el moribundo imperio romano en el siglo cuatro. Puso los cimientos de la ciencia moderna durante el período medieval (1000 ~ 1500), y la desarrolló en la primera parte de la era moderna (1500—1700). Los reyes gobernaban en el nombre del cristianismo. Es correcto que se hable de la civilización cristiana, pero por más de un siglo, tal lenguaje ha parecido anticuado. Y así es, porque hoy día nuestra civilización es humanista, no cristiana. Este es el corazón de los problemas de la humanidad.

El Camino a la Servidumbre

En el año 1944, un economista austriano que vivió y enseñó en la Gran Bretaña publicó un libro extraordinario, El Camino a la Servidumbre. Su nombre es F. A. Hayek. Al escribir yo estas palabras, él sigue activo y vigoroso con 88 años de edad, trabajando para completar su estudio de tres tomos del socialismo moderno, El Engaño Fatal.

El libro recibió poca atención en la Gran Bretaña, pero en ese mismo año, Selecciones publicó una condensación de ello. El luego zarpó a los E.E.U.U. como un economista humilde; y llegó como una celebridad. Fue El Camino a la Servidumbre, mas que cualquier otra publicación, que lanzó el avivamiento de la economía del mercado libre en el mundo de habla inglesa.

La tesis del libro fue sencilla: Es imposible preservar la libertad bajo una economía que es manejada por el Estado. Si el Estado puede quitarse su dinero de ud., o los frutos de su labor, entonces puede dejarle a ud. sin los medios para lograr sus metas personales terrenales. El socialismo democrático es todavía socialismo, él concluyó, y sólo el derecho de votar no preservará la libertad si no se permite que los hombres se queden con los frutos de su labor, inclusive la labor intelectual.

Este argumento creó indignación entre los socia listas demócratas por todo el mundo. Pero década tras década, la advertencia de Hayek se está tomando cada vez más en serio por una minoría creciente de eruditos. Sus pronósticos acerca de la planificación económica del gobierno han llegado a ser constantemente una realidad. En el año 1980, seis años después que había ganado el Premio Nobel en economía, él ya no podía más mantenerse al día con todos los libros, ensayos, y otras publicaciones escritas acerca de sus ideas. A la edad cuando la mayoría de los hombres ya se han jubilado desde un cuarto de siglo atrás Hayek sigue todavía con pleno vigor.

¿Sigue caminando aún el mundo occidental por el camino equivocado a la servidumbre? Sí. Ni aun los varios avivamientos conservadores nacionales y “libertarianos” han invertido esta tendencia general, ni ellos pueden. La razón es sencilla: sólo por medio de la fe en Jesucristo puede una sociedad descubrir, conseguir, construir, y mantener las instituciones legales que hace posible la libertad.

Esta es una declaración fuerte, pero es una de las doctrinas claves de la Biblia. ¿Pueden las personas que son esclavas del pecado escapar de las otras formas de la esclavitud? La respuesta de la Biblia es clara: no. Eventualmente la esclavitud al pecado produce formas de esclavitud terrenales. Esta fue la enseñanza del libro de Jueces, también de Primero y Segundo de Reyes. Para escapar de la esclavitud, las personas primeramente han de escapar de la esclavitud del pecado, la esclavitud original.

Es necesario que nos demos una media vuelta e ir por el otro rumbo. El camino a la servidumbre es un camino de doble sentido. En la Biblia, la palabra “arrepentirse” significa “darse uno la vuelta.” Por medio de la gracia de Dios, las personas pueden arrepentirse:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Eph. 2:8-9).

Las personas pueden transformarse moralmente, y sólo esto las capacita para vencer este mundo. Por someterse al pacto que Dios hace con su pueblo, los cristianos pueden jugar un papel en vencer los muchos males de este mundo.

La regeneración por la gracia por medio de la fe en Jesucristo es el primer paso del camino que sale de la servidumbre. Es el primer paso en la liberación. Este libro es acerca de la teología de la liberación. En realidad, es un libro acerca de dos tipos radicalmente diferentes de teología, y cada uno reclama estar predicando la liberación. Uno de estos sistemas es marxista, y el otro es cristiano. Uno se basa en las enseñanzas de un hombre que sostuvo que la religión es el opio de los pueblos, mientras el otro se basa en las enseñanzas de un hombre perfecto que fue también la encarnación de Dios.

Tenemos que estar claros en cuanto a esto desde un principio. Karl Marx, el fundador del movimiento político conocido como comunismo, fue un ateo. El fue un cristiano liberal cuando joven, eso lo podemos ver en su ensayo en la edad escolar, “Sobre la Unión de los Fieles con Cristo según Juan XV, 1- 14.” 1  Pero a los 20 años, ya había abandonado su fe

en Dios. En un ensayo que escribió en 1843, a la edad de 25 años, Marx dijo: “La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo despiadado, y el alma para los que están vacíos. Es el opio de los pueblos.” 2  En ese mismo ensayo, él abogó por el humanismo, la idea de que la humanidad es la forma más alta de la existencia, —en otras palabras, que el hombre es dios. “La crítica final de la religión termina con la doctrina que el hombre es el ser supremo para el hombre.”3  Otra vez dijo, “La emancipación de Alemania es sólo posible en la práctica si uno adopta el punto de vista de esa teoría en la cual el hombre es el ser supremo para el hombre”. 4 (Estos énfasis eran de él; yo no he añadido nada,)

1. Reprinted in Robert Payne (ed.), The Unknown Karl Marx (New York: New York University Press, 1971), pp. 39-43.)

2. Karl Marx, “Contribution to the Critique of Hegel’s Philosophy of Right” in T.B. Bottomore (ed.), Karl Marx: Early Writings (New York: McGraw-Hill, 1964), pp. 43-44.

3. Ibid., p. 52.

4. Ibid., p. 59.

Ahora sabemos lo que Marx fue: un humanista ateo. ¿Y Jesús? ¿Qué decía Jesús de sí mismo? En su juicio delante de los líderes judíos, el sumo sacerdote le preguntó: “¿Eres tú el Cristo, Hijo del Bendito?” Los judíos no mencionaron el nombre de Dios; ellos usaron palabras tales como “Bendito”como sustitutos. Jesús sabía lo que le preguntaban: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús les dijo:

“Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: “¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece?” Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte (Mk. 14:61-64).

Las palabras de Jesús eran blasfemas, a menos que él fuera realmente el Hijo de Dios. Según la ley hebrea, él era digno de muerte (Lev. 24:16), a menos que fuera realmente el Hijo de Dios. Por su resurrección de la muerte (Mat. 28) y su ascensión a los cielos (Acts 1:9-11) y estar a la diestra Dios (Acts 7:56), El probó que El era quien dijo ser. El fue Dios andando en la tierra. El simplemente dijo, “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). Jesús dijo que esa creencia en El como el Hijo de Dios es un asunto de vida o muerte, un asunto de vida o muerte eterna.

El Padre ama al Hijo, y todas las cosas las ha entregado en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Jn. 3:35-36).

En este caso no se puede adoptar una solución intermedia. Es tener fe en Dios o en el hombre. Es cristianismo o marxismo. No hay manera exacta y honesta de poner al marxismo junto con el cristianismo. Estos dos sistemas profundamente religiosos están en guerra el uno con el otro. Marx entendió esto completamente. Esta guerra no finalizará sino hasta que el cristianismo perezca —y nunca perecerá —o hasta que el marxismo perezca. Cualquiera que trate de poner estos dos sistemas juntos en una misma organización social se está engañado a sí mismo o es un agente consciente de los comunistas que procura engañar a otros. El mismo es un ignorante o un malvado.

La Religión Como Herramienta del Comunismo

El sistema popular religioso conocido hoy como la teología de la liberación es un intento de combinar el comunismo revolucionario de Karl Marx y el lenguaje de ciertos pasajes en la Biblia que suenan como si la Biblia predicara la revolución sangrienta del comunismo y el socialismo. Esta versión humanista del mensaje de liberación de la Biblia nunca menciona ni a la divinidad de Cristo, ni a la humanidad perfecta de Jesucristo (la cual es diferente de Su divinidad), ni a la salvación por la fe sólo en Cristo, ni al requisito de los cristianos de obedecer a las autoridades legítimas, ni al poder transformador del evangelio, ni al poder transformador del Espíritu Santo de Dios, ni a los requisitos continuos de la ley de Dios, ni a los pactos de Dios con la humanidad, ni al octavo mandamiento (“No robarás”), ni al décimo mandamiento (“No codiciarás”), ni a docenas de otros temas básicos en la Biblia. Los Marxistas no creen en un Dios que creó al mundo y lo llevará al juicio final. Ellos creen sólo en el hombre.

¿Por qué, entonces, han adoptado ellos la teología de la liberación? Tres razones son suficientes:

(1) la práctica comunista normal del engaño; (2) la necesidad de infundir al pensamiento estancado marxista con un impulso religioso nuevo; (3) la comprensión de que estratégicamente hay mucho riesgo en imponer el ateísmo prematuramente en una sociedad religiosa. Veamos ahora a cada uno de estas.

1. El Engaño

Es más fácil reclutar el apoyo del ciudadano promedio si se disfraza la intención de destruir todo lo que él estima. Los comunistas quieren destruir la civilización occidental. Marx lo dijo desde el principió. La civilización occidental es la clase media —”burguesa” —y los comunistas la odian al mismo tiempo que ellos la imitan y compran los productos del mundo occidental.

Satanás es un engañador. El prefiere usar el engaño. El engañó a Eva. El engañó a las naciones. El usó citas bíblicas en sus tentaciones mayores (Gen. 3:1; Mat. 4:6).

2. Una Fe Moribunda

En las naciones comunistas, el marxismo es una religión muerta. Es una burla. La idea de que el marxismo-leninismo es tomado seriamente en la Unión Soviética o en China Comunista es un mito aceptado sólo por un grupo disminuyente de intelectuales occidentales.

Lo que el comunismo ha producido es una serie interminable de fracasos de cosecha. En China comunista, tomó sólo dos años de mercadeo libre en la agricultura para hacer de la nación un exportador de alimento, 1983-85, esto es después de pasar cuatro décadas muertos de hambre. El comunismo es también el productor mas eficaz de la ineficacia burocrática de la historia. Produce cosechas abundantes de cinismo y corrupción. Las naciones comunistas corrompen deliberada y sistemáticamente a sus poblaciones. Poblaciones cargadas de sentido de culpabilidad, y poblaciones corruptas son más fáciles de controlar.

Los comunistas saben que ellos pueden competir con el occidente sólo por medio del puro poder militar y el terrorista. Estos son sus exportaciones especiales en la economía mundial.

Cuando una religión comienza a perder sus seguidores, se tiene que reformar a sí misma o recurrir al poder y el miedo para permanecer dominante. Las etapas finales de una religión se ven cuando sus seguidores ya no creen en sus credos, pero en cambio procuran escapar de ellos: por la embriaguez, la fuga, o por la corrupción.

En esta etapa de la historia del marxismo, los comunistas tienen que encontrar nuevas fuentes de motivación ética y de visión. La Biblia les da la retórica de la visión moral que ellos necesitan.

3. La Búsqueda de Nuevos Aliados

En 1965, hubo una rebelión de las fuerzas comunistas en Indonesia contra el tambaleante gobierno socialista del presidente Sukarno. Esta rebelión falló. En la ola de la ira musulmana que siguió, por lo menos 200,000 comunistas y sus partidarios sospechosos fueron asesinados. Y algunas fuentes relatan que el saldo pudo haber llegado al millón.

Los comunistas aprendieron una lección importante: es arriesgado tratar de imponer una religión atea extranjera a un pueblo profundamente religioso. Ellos adoptaron una estrategia nueva: una cooperación mucho más abierta, y menos clandestina entre el Comunismo y la religión. Desde 1965 en adelante, los comunistas comenzaron a promover un “diálogo cristiano marxista.” Estos eran encuentros injustos; los comunistas no concedieron nada, y la gente que trató con ellos —humanistas que se llaman a sí mismos cristianos —les concedieron todo. El comunista más conocido en este diálogo era el erudito francés RogerGaraudy. Cuando él se opuso públicamente a la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968, él fue expulsado del Partido Comunista Francés. Ya basta de tanto “diálogo” y del “compartimiento mutuo de ideas.”

El periodista e historiador cristiano conservador Otto Scott ha comentado sobre la importancia de la matanza de los indonesios dentro de la estrategia internacional comunista:

Al mirar hacia el Sur y Centro América, se dieron cuenta de que una revolución en esas áreas no tendría éxito a menos que incluyera elementos religiosos. Por lo tanto, su campaña Hispana se dirigió más allá de los intelectuales (un elemento corrupto accesible a cualquier sobornador en cualquier momento) entonces entraron en los círculos tradicionales del catolicismo romano. La teología de la liberación fue el vehículo para lograr la entrada. Los mismos argumentos han entrado sutilmente hasta en los círculos religiosos más importantes en los Estados Unidos. 5

5. Otto Scott, “The Conservative Counter-Revolution” Modern Age (Summer 1985), pp. 207-8.)

La teología de la liberación apareció como una fuerza intelectual a principio de los años setenta, y ha ganado ímpetu. Es el último en una serie de movimientos teológicos liberales que los comunistas han dominado. Esta vez, ellos han ganado el apoyo de muchos sacerdotes Católicos Romanos apostatas que nunca son excomulgados, siendo esta una señal de que la Iglesia Católica Romana tiene un profundo problema —el más profundo en su historia.

La Meta de la Liberación

La versión de la teología de la liberación que se encuentra en este libro es simplemente una extensión del mensaje de la Biblia de salvación y de la fidelidad basada en el pacto en los tiempos modernos. La liberación bíblica comienza con la liberación del pecado en la vida de cada individuo redimido (comprado) por Dios. La liberación no finaliza aquí, sino tiene que comenzar aquí. Sin la liberación espiritual de Satanás y el pecado, no puede haber la liberación a largo plazo de la esclavitud económica y política.

Los cristianos deben saber confiadamente que con la liberación de Satanás y el pecado, habrá también la liberación de la esclavitud económica y política. El cristianismo produce buen fruto en cada área de la vida. Nosotros no debemos limitar los efectos de la sanidad de Dios solo en el alma de cada individuo que ha sido salvado. La sanidad del alma de cada persona redimida se extenderá a cada área de su vida, y de ahí a toda la sociedad. Nosotros no hablamos de una salvación fuera de este mundo, como nos acusan falsamente los comunistas. Jesús dijo:

No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. (Jn. 17:15-18)

Estamos hablando de la transformación de este mundo. Sólo cuando el mundo presente haya sido transformado por el evangelio de la salvación y el poder transformador del Espíritu Santo, a la medida que El obra a través de la gente redimida por Dios, por fin el mundo será librado completamente del pecado, en el juicio final (Rev. 20:1-10). Pero primero, los reinos de este mundo se tienen que ir transformando constantemente en el reino de Cristo. En principio, Jesucristo es ahora rey de todos los reinos de la humanidad. El ganó esta autoridad por su muerte y resurrección, su triunfo sobre Satanás y el pecado:

Y Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18).

Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos (Rev. 11:15).

Pero es por el trabajo de su pueblo fiel en la tierra que esta transferencia histórica de la posesión del reino a Cristo va a ser manifestada en la historia.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado . . . (Mat. 28:19-20a).

Paso a paso, persona a persona, nación a nación, los cristianos deben discipular a las naciones. Esto significa que ellos deben traer a los hombres bajo la disciplina legal del pacto con Dios. Esto acontece en la historia. Esto es la historia. Toda autoridad ha sido ya transferida a Cristo, en el cielo y en la tierra. En principio, él ya ha transferido esta autoridad a su pueblo. Ellos han de ejercitar esta autoridad dada por Dios progresivamente en la historia.

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte (1 Cor. 15:24-26).

El Cristianismo Tiene un Programa Positivo

Hay un dicho viejo en la política que dice: “No se puede luchar contra algo con nada.” Lo último que este mundo necesita es otro pequeño libro que refuta los errores del movimiento marxista conocido como la teología de la liberación. Lo que este mundo sí necesita es un programa bendecido por Dios, basado en la Biblia y comprensivo para construir un mundo mejor aquí y ahora, para que así los cristianos alcancen la sabiduría y experiencia que ellos van a necesitar para obedecer a Dios aún mejor en la eternidad, más allá de la tumba. Los cristianos necesitan prototipos para la sanidad social.

Permítame decirle a ud. desde un principio que este pequeño libro no es una guía para los cristianos acerca de cómo escapar de sus deberes en este mundo. El Señor no nos llama a abandonar los deberes terrenales. El nos llama a ejercitar dominio sobre cada aspecto de la tierra en su nombre, para su gloria, y por medio de su ley:

Entonces Dios dijo, Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra en la tierra (Gen. 1:26).

Los cristianos tienen que entender que su obediencia a Cristo en la historia también produce un fruto para la eternidad. Las buenas obras traen recompensas celestiales de parte de Dios.

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego (1 Cor. 3:11-15).

No es malo el querer recompensas en el cielo, mientras entendamos que tales recompensas son el fruto de justicia hecho en la tierra por la gracia de Dios y para la gloria de Dios. Tenemos que comenzar con el deseo de complacer a Dios, y no con el deseo de ganar recompensas. Pablo nos advierte que debemos temer a Dios,

el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra e inmortalidad. (Rom. 2:6-7)

Cada lector debe saber que la Biblia es un libro acerca de compromiso, trabajo duro, fidelidad, y de justicia en la historia. Pero es también un libro acerca de dos futuros inevitables más allá de la tumba: la angustia, la inquietud, y la separación eterna de un Dios santo para los que rehúsan aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador personal, y para los que lo aceptan es descanso, recompensa, trabajo satisfactorio, y comunión eterna con el Dios Creador del universo. La Biblia es un libro acerca de la historia, de la creación del hombre, de la rebelión, de la salvación, y de la restauración en Cristo. Es también un libro acerca de la maldición del ambiente del hombre a causa del pecado (Gen. 3:17-19), y acerca del anhelo de esta creación maldita para la liberación por medio de la restauración del hombre a Dios a través del trabajo redentor de Cristo en la cruz (Rom. 8:19-25).

La Biblia es un Libro Acerca de este Mundo

La Biblia es un libro acerca de este mundo porque es un libro acerca del Dios Creador de este mundo. La Biblia es también un libro acerca del más allá precisamente por la misma razón: el Dios que creó este mundo es superior y mucho más allá que este mundo, no está sujeto a él, mas ejercita un dominio total sobre él. Es un libro acerca de Jesucristo, el Señor de la gloria, quien estaba y está sobre este mundo, quien vino a la tierra tanto como un hombre perfecto como un Dios perfecto, murió y resucitó otra vez en la carne, subió a los cielos, y volverá otra vez a juzgar al mundo. La Biblia es un libro acerca de Dios. ¿Cuál Dios? Este Dios:

… el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles; sean tronos, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia . . . (Col. 1:13-18).

Este libro trata problemas universales. Discute principios bíblicos que son válidos a través de la historia y en cada cultura. Este libro no debe ser entendido como una defensa bien disfrazada de la política particular de una nación. Sin embargo, ningún libro puede escapar de la historia. Porque nosotros los cristianos servimos al Dios de la historia, no podemos fingir que no somos criaturas de la historia. Somos gente que vive y muere en lugares y en tiempos específicos. Piense en ud. mismo. ¿Qué tan bien podría hacer usted su trabajo con las habilidades que posee, si de algún modo, ud. fuera empujado milagrosamente cien años hacia el pasado o cien años hacia el futuro? No muy bien, me imagino. Ud. es una creatura de este tiempo. Yo también lo soy.

Soy un ciudadano de los Estados Unidos. Pero soy también un ciudadano de una mejor nación, porque soy cristiano.

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas (Phil. 3:20-21).

Si ud. ha entregado su vida a Jesucristo, con fiando en su obra en la cruz como su única base de la misericordia de Dios en el día del juicio, entonces ud. y yo somos ciudadanos de la misma nación en el espíritu: el cielo. En no muchos años, ud. y yo seremos ciudadanos de esta nación en el espíritu, pero sin nuestros cuerpos. No seremos más participantes terrenales en la historia. Un cristiano tiene que estar dispuesto a rendirlo todo, excepto sus

“papeles de ciudadanía celestial.” Nosotros nunca debemos olvidar lo que viene primero en esta vida, nosotros hemos recibido la vida eterna (Jn. 3:36a).

El cristianismo no se inventó en los E.E.U.U.; fue inventado en el cielo. Los E.E.U.U. es sólo uno de los “distribuidores autorizados” del cristianismo, y si su pueblo deja de ser fiel, este “oficio de distribuidor” pasará a otros por completo. Ha de ser la meta de cada cristiano ver que él mismo haga todo lo posible para capacitar a su nación que entre a uno de estos “distribuidores.”A esto se dedica las misiones. A esto también se ocupa el dominio cristiano.

El juicio de Dios puede caer rápidamente sobre una nación. Cuando una nación cae a causa de la apostasía, otras tienen que estar listas para tomar su lugar. Esto es también la esencia de las misiones. Ninguna nación obtiene garantía alguna de Dios aparte de su fidelidad basada en el pacto —la obediencia a su ley por medio del poder del Espíritu Santo.

Hay personas que querrían que la gente creyera en otro evangelio, un evangelio robado, un evangelio que promete liberación pero que se inventó en las profundidades del infierno, el lugar de esclavitud eterna. Ellos son también “distribuidores” de su religión. Muchas de estas personas desarrollan actividades, en los Estados Unidos, exportando esta religión ajena al Tercer Mundo. Pero el beneficiario de esta “exportación” no será los Estados Unidos, ni ninguna nación que lo “importe.” Los beneficiarios serán la élite marxista de tiranos que odian y niegan a Dios, que imitan al Faraón de los días de Moisés,

y que imitan también a Belsasar, y Herodes, que procuraron traer a la Iglesia de Dios bajo sus pies manchados de sangre. Ya sean enseñados en Cuba, enseñados en Rusia o en los Estados Unidos, no hace ninguna diferencia: ellos trabajan para un ser sobrenatural, una criatura que sacaría a Dios de su trono si pudiera, pero siendo que no puede, emprende una guerra contra la iglesia de Jesucristo.

La guerra es entre el cielo y el infierno. Ha sido así desde el principio. Así será hasta que Cristo retorne en el juicio final. La historia solo tiene significado en relación con esta batalla. Su nación, y la mía, sólo tienen significado en relación con esta batalla. Esta batalla define cada acontecimiento, cada hoja del césped, cada nacimiento y cada muerte.

La Biblia lo hace muy claro: la persona que se declara en contra de Dios y la Biblia, y en contra de sus principios eternos del bien y el mal, será barrido como ceniza, no solo de la historia, sino de la eternidad —un cenicero que arde para siempre, el gehena (infierno), que será vaciado de golpe en el lago de fuego (Rev. 20:14). (Fue el comunista “León Trotsky” —Lev Bronstein —que acuño la frase, “El cenicero de la historia.” Su imagen es bastante exacta; fue sin duda una herencia de su Judaismo, pues el gehena era el basurero fuera de Jerusalén.) Las apuestas en este “juego” (que no es en realidad un juego) son sumamente altas:

No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciaren otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gal. 1:7-9).

La Verdadera Teología de la Liberación

Hay una teología de la liberación. Esta afirma que el Dios que creó todas las cosas y que juzga todas las cosas mandó también a su hijo a morir por los pecados de la humanidad. Jesús anunció en el principio de su ministerio público:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos. A predicar el año agradable del Señor (Lk. 4:18-19).

Cristo es el libertador. Este es el mismo Dios que liberó a su gente de la esclavitud de Egipto y de la esclavitud Medo-Persa. Es el Dios que levantó a José de una prisión egipcia para llegar a ser el segundo en comando en Egipto, el Dios que levantó a Daniel de la fosa de los leones para llegar a ser (otra vez) consejero principal del imperio Medo- Persa. Es el mismo Dios que levantó a Jesús de la última prisión: la muerte. El Imperio Romano llegó a ser una experiencia prisionera para la iglesia primitiva, pero vino entonces la resurrección: los cristianos asumieron el poder del Imperio Romano.

Hay gente prisionera e incluso naciones enteras prisioneras. La Unión Soviética es la prisión más grande en la historia del hombre. Ninguna persona racional niega que hay prisiones en la vida. Los hombres tienen una necesidad desesperada de liberación. Pero la liberación viene por la fidelidad basada en el pacto a Dios que libera al justo, y quien en el día del juicio condenará al injusto a pasar la eternidad en una prisión ardiente. Es mejor pasar tiempo en prisiones terrenales que en una prisión eterna. Puede haber liberación de prisiones terrena les, pues la experiencia prisionera ha sido siempre un preludio a períodos de gran dominio para el justo. Pero no puede haber liberación de la prisión eterna, y tampoco puede haber dominio.